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viernes, 7 de agosto de 2009

Más allá de la colina




Una vez, tú me dijiste que más ayá de la colina estaría el amor y la paz verdadera.Me dijiste que cuando pudiera llegar ayá. Podría saber qué se siente percibir el amor verdadero. La verdad es que me encaminé porque no tenía ninguna cosa que perder. A tí ya te había perdido.

Solamente tomé algún cambio de la mesita de noche, una brújula y los ultimos cigarros que me quedaron de la resaca. Decidí caminar al oeste, en una línea recta, hasta encontrarme con la verde colina que me explicaste al cambiarme por alguien más. Anocheció, llovió, amaneció, hizo viento, pero aún asi seguía mi camino no importa que tan lago fuese. Total, ya no ten´´ia nada que perder.

Un fin de semana, un domingo en especial, llegué a lo que era la fronteraentre lo utópico y la ciudad viviente, pero no había ninguna colina. Me di por muerto, y aparte quebrado, porque no tenía ni para un bocado del pan del horno.Me sente viendo al sol de la tarde y prendí el último cigarrillo.

Vi como a cada bocanada se ocultaba más al fondo el sol. Sentía la brisa en mi nuca y un leve susurro me hizo cerrar los ojos. Respiré ondo, y en mis manos sentía cesped húmedo y con olor a tarde de verano. Sencillamente me salió una sonrisa: una sonrisa de paz. Paz conmigo mismo. Respiré cada vez más ondo, y cada vez me retorcía más de sentir esa emoción cada vez más fuerte. De repente se fué la luz solar, y de nuevo abrí los ojos.

Lo que había sentido por unos cuantos minutos, no se compara con lo que me rodeaba en el desierto frío de ese día. Todo polvoso y sin ninguna vida, solamente se oían los grillos escondidos. Me hice de una sonrisa para mi mismo y empezé el camino a casa.

Medité, tenías razón. Atrás de la colina verde. No existe tal colina de verdad. Es utópica; es tu propia colina verde, donde la quieras ver. Ahora no me importa haberte perdido. En mi colina hay el verdadero amor y paz, y es porque en MI colina verde, estás tú conmigo.

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